El paraguas de lluvia No hace mucho que Simone se instaló en el pueblo. Al principio pensamos que solamente vendría de visita y que se quedaría unos días en casa de su tía. Y menos mal que al final se quedó a vivir entre nosotros, porque gracias a ella somos más felices de lo que podríamos imaginar. Espera y te lo explico. A ver como empiezo… Simone llegó un día de mayo, diría que a finales del mes, creo que sí. Era una muchacha delgaducha, enjuta como antes se solía decir, más alta de lo habitual, con el pelo rojo zanahoria recogido en dos trenzas y con la piel muy blanca, se la veía a kilómetros y se notaba que no era de estas tierras. Se protegía del sol con un sombrero de paja y, a veces, con una sombrilla pequeña con rayas, igual que las de las playas, pero del tamaño de un paraguas. El azul de sus ojos lo protegía con sus gafas de sol, las cuales tenían forma de dos soles, uno por cada cristal. Llegó con su mochila a la espalda, pantalón corto, botas
Blog sobre mis trabajos literarios, reseñas y otros apuntes culturales