Te encuentro conectada
y no me atrevo a decirte
lo que se desborda de mi alma,
palabras que solo
te pedirían caricias,
besos, ternura, compañía...
palabras que tengo miedo a pronunciarlas.
Cómo me duelen tus palabras,
las leo y sé que no son para mí.
Algún día alguien...
Alguien será capaz algún día
de aproximarse sinceramente
mirándome a la cara
para decirme todos los sentimientos
que en tus palabras me faltan.
Algún día... sí, lo sé,
llegará del lugar menos pensado
para regalarme sus caricias y besos
sin esperar nada a cambio.
Pero hasta ese momento
me duelen tus palabras
cuando las leo y sé que no son para mí.
Háblame,
sé que no lo haces
porque en mí
no ves nada especial.
Soy como uno más,
no, perdón,
de un poco más atrás,
desde donde yo te veo
y tú no miras.
Las horas
se me hacen eternas,
esperándote.
Aún sabiendo
que no vas a llegar
seguiré a la espera
de tu llegada.
Quiero que duermas a mi lado,
con sólo
sentirte me basta.
Quiero que
calles tu mirada
recogida en mi
regazo
y que reposes
tus manos
acariciando mi
alma.
Quiero que
sueñes en mi sonrisa,
que por la noche
te sientas abrigada
bajo la noche
estrellada,
con mis besos
bailando con la brisa.
Quiero que estés
aquí por la mañana
y que despiertes
dentro de un verso,
que lo lleves
impreso en tu cuerpo
y lo dejes
impregnado en mi almohada.
Quiero que
duermas a mi lado...
entre mis
brazos, feliz y en calma.
Mi poesía no es nada
sin tu mirar,
sin tu sonrisa.
Mi poesía carece
de alma
si no se te
eriza la piel
como con un beso
en el cuello
o cuando te
acaricia la fresca brisa.
Mi poesía no
está viva
sin saber que tus labios bailan
al leerla y al
sentirla.
Mi poesía no es
poesía
sólo serían
palabras
si tú no le das
vida.
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