Ir al contenido principal

Un gato bajo la lluvia


Hoy siento más nuestra distancia,
la noto oprimiendo mi alma,
hace que mi corazón tiemble,
quiere transformarse en una lágrima,
la siento hacerse más grande,
encadenada a mi garganta,
ya siento que tus caricias
se desprenden de mi espalda,
que mis manos se vuelven vacías,
temblando nerviosas, gastadas.
Siento tan grande esta distancia
que ni en nuestra luna hallo la calma,
donde ya los sueños duermen,
donde la ilusión y el silencio juegan,
donde tu mirada está callada.


Cuando la piel calla
y los versos sangran
lágrimas de sal amarga.
Cuando habla la mirada
con miles de sentimientos
que duermen en la distancia.
Cuando la letra tiembla
con el roce de una palabra
y las manos aman.
Cuando el tiempo falta
y se hace tan eterno
que duele más que tu ausencia.
Cuando todo esto pasa
la soledad y el silencio regresa
mientras mi corazón piensa
y llora mi alma.


No hay playa que no quiera visitar
ni amanecer que no pueda ver
si no estás a mi lado.
No hay sueño en el que no te deje de buscar
ni mejor momento y mayor placer
que disfrutar contigo cada verano
y en cada otoño poder amarnos.


Sabor a viento,
sabor a océano,
sabor a silencio,
sabor a miradas,
sabor a tus labios,
sabor a palabras,
sabor a tu cuerpo,
sabor a caricias,
sabor a tinta,
sabor a lágrimas,
sabor a versos.


Te besé tantas veces
con mis suspiros
que el sabor de tus labios
sabe al perfume de la brisa
que danza contigo.
Te besé tantas veces
en mis sueños
que al despertar y no verte
fue decepción y castigo.
Te besé tantas veces
en tu ausencia y en mis desvelos
que con mi último suspiro
te besé otra vez y muero.


Como un gato bajo la lluvia,
con su melancólica sonrisa
y sus ojos llenos de tristeza,
desamparado, sin hogar,
desahuciado de sus sueños,
resguardado de las lágrimas,
deseando estar al otro lado
del cristal de tu mirada.
Como un gato bajo la lluvia,
con la compañía de la esperanza,
esperando que se calme la tormenta
que se agita en el alma,
alimentado de soledad y de sal,
de silencios y de palabras,
necesitado del refugio perdido
que con paciencia reclama.
Como un gato bajo la lluvia
que respira la ilusión de tus brazos,
con hacerse un ovillo en tu regazo
y despertar cada día en tu almohada.
Como un gato bajo la lluvia
que espera y calla.


Si durmieras conmigo
mis manos se alimentarían
de tu piel cada noche
a base de caricias.
Si durmieras conmigo
mis labios se harían besos
y tus ojos se cerrarían
para sentirlos por tu cuerpo.
Si durmieras conmigo
la noche eterna sería,
teniéndote entre mis brazos
para dormir con una sonrisa.


Que sean tus dagas
las que en mi cuello
y mi espalda se clavan
al hundir mi lengua pasajera
en lo más hondo de tu ser.
Que sean diez anclas
con las que te sujetas
a la realidad de mi piel
cuando tu trémulo cuerpo
no sepa dónde se encuentra
con cada gemido de placer.
Deja que mis cicatrices sean
las marcas de tus huellas
del recuerdo de mi lengua
sobre tu cuerpo de mujer.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El niño del río

El Niño del Río (El secreto del guardián del castillo)             De no hace mucho, de cuando yo era un crío, casi como tú, con mi sonrisa de niño, que fue cuando mi abuelo me contó esta historia al calor de un brasero lleno de cisco, mientras mi abuela majaba unos ajos para hacer gazpacho en un dornillo. Con su voz gitana, que lo recuerdo muy bien, me llamó y me dijo:             ‑ Niño, ¿tú sabes por qué dentro de la cueva no hace tanto frío?             ‑ Claro que lo sé, abuelo, por el carbón encendido, que nos mantiene calentito.             ‑ Qué va chiquillo. Mira, toca este muro alberizo, que la caló sale de él y en verano nos mantiene fresquito.             ‑ ¿Pero eso cómo va a ser, sin sudar en verano y en invierno calentito? Ay, abuelo que usted vive en el mundo al revés, que mi padre dice que aquí se nace pa sudar de sol a sol y que en invierno no hay ná que nos quite este frío.             ‑ Eso es porque tu padre construyó su casa al otro lado

Julieta y las libélulas

  Julieta y las libélulas               Julieta es una niña pizpireta, a la que todo le llama la atención, y que no sabe estarse quieta, lo mismo está corriendo bajo la lluvia o desordenando los libros de la biblioteca, y preguntándoles a sus padres cómo se lee una palabra o cuál es el nombre de una letra, ¿Y de ésta? ¿Y de éstaaaa?... para después dibujarlas todas en su cuaderno, con muchos colores cada una de ellas, empezando por la A ¿y acabando por?... Pues claro que sí, ¡por la Z!             Y cuando acaba de dibujarlas todas, las guarda para enseñárselas a su maestra, porque por las mañanas ella va a la escuela, donde tienen una pared forrada de corcho llena de dibujos sujetos con chinchetas, entre ellos también los de Julieta, y, de los de ella, el que más le gusta es el que hizo de un día de primavera, que hasta su padre le hizo una foto de ese día, que muy bien que lo recuerda. Fue el día, poco antes del verano, en el que Julieta conoció a su nueva amiga, una libélula,

La Primavera en Julia

Hola amigos, os presento el primer capítulo de mi segunda novela. Espero que sea de vuestro agrado. Julia                 Entre todas las personas que se mueven por la gran ciudad ignorando todo lo que les rodea, con sus pensamientos y quehaceres, dirigiéndose al trabajo en sus coches, en metro o andando, llevando a sus hijos al colegio, soportando los grandes atascos que se generan a primera hora de la mañana, o cuando regresan a sus hogares con la misma rutina, sin pensar, como ganado que vuelve a su redil, podemos observar a algunos elegidos que saben encontrar la sensibilidad en cualquier lugar.                 Una niña que observa el vuelo caprichoso de una bolsa en un remolino mientras va sentada en el asiento trasero de un coche, protegida de todo tras el cristal de su ventanilla, la mujer que llora sentada en un vagón del metro sobre las páginas del libro que la atrapa mientras lee, el artista que no necesita más que un cuaderno y la tinta de un bolígrafo azul par